En Chile también se hace buen cine

Puede que Chile no sea uno de los países más importantes del mundo en ningún aspecto. Bueno, hemos ganado dos veces consecutivas la Copa América, pero la prensa ya se ha encargado de minimizar su impacto sobre la posible retirada de Messi de su selección nacional. Sin embargo, allá por 2008 hubo una película chilena que se llevó el mayor reconocimiento del cine español con un premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana: La Buena Vida.

Esta creación de Andrés Wood, que contó en el proceso de guión con Rodrigo Bazaes y Mamoun Hassan, es una historia que tiene lugar en Santiago, la capital de Chile. Cuatro de sus habitantes se entremezclan en el caos y el ruido de la vida urbana, sin que lleguen a tocarse. Cada uno de estos personajes tiene unos deseos existenciales que parecen del todo asequibles. En cambio, ninguno de ellos lo logra, sino que se encuentra con otro tipo de recompensa. Y hasta aquí podemos explicar sin destripar el desenlace.


Una obra que pone en valor el localismo de Santiago de Chile, pero que al mismo tiempo supo reflejar inquietudes universales, como muestra su éxito en España o en Bolivia, donde fue galardonada como mejor película en el Festival Iberoamericano de de Cine de Santa Cruz. Este filme supuso la consagración del director Andrés Wood, que había realizado con anterioridad otras cuatro películas y dos cortometrajes como director, pero nada tuvo tanto éxito como esta. Además, esa fama le permitió formar parte del equipo de producción de la versión chilena de Pulseras Rojas, una serie española de éxito.

Sirva este lugar para rendir justo homenaje a una película que muestra las vicisitudes de cuatro personas que podríamos ser cualquiera de nosotros, con una maestría y un gusto cinematográfico espectaculares. Si no la has visto, ya estás tardando.

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